Cuando prediqué el día de San Francisco (Festival del Arroz con Leche) mucha gente me pidió el texto de la homilía. Aquí os lo dejo. Veréis que el hilo conductor era (y es) que necesitamos lugares neutrales (qyue no neutros) donde poder dejar a fuera todo el ruido que acompaña nuestra vida. Espero que os ayude.
Uno de los regalos más interesantes que han caído en mis manos, ha sido el Diario de un alma, de Juan XXIII, el Papa Bueno. Confieso ya desde ahora mi devoción sincera a él. Y, no pocas veces, recuerdo una anécdota muy significativa de su vida.
En cierta ocasión, Angelo, que ese era su nombre de pila, muerto de miedo ante una misiva que le acusaba ante el Papa de no sé qué cuestión, su obispo, le dijo: Angelo, no temas: en la Iglesia hay de todo y lo contrario de todo.
Qué gran verdad. Y si no te la crees, mira a tu alrededor: aquí no se pide a nadie ningún carnet
para entrar. Aquí hay guapas y feos, listos y no tan listos, de izquierdas y de derechas… incluso alguno habrá entre estos muros que ni siquiera tenga muy claro que cree en Dios. Y sin embargo, nadie sobra… ni siquiera los que muy a nuestro pesar son seguidores de los flamantes finalistas de la Copa de Campeones.
Quisiera ahondar hoy en esta idea, en esta realidad tan importante. No en la de la Champions, sino en el de la comunión o comunidad.
Sé que no es la primera vez que lo digo. Aunque ahora, con un matiz importante: ahora no lo digo como ascética, sino como reivindicación. Hemos de conseguir que éste sea un lugar donde las diferencias queden a la puerta, y que podamos estar reunidos todos sin ese cansino y agotador trabajo cotidiano en el que intentamos bien disimular lo que pensamos o transmitir la imagen de lo que no somos, pero nos encantaría ser.
Hoy celebramos a un santo, a san Francisco de Paula, consejero de reyes y políticos, que nunca tuvo miedo de manifestar sus opiniones ni de mostrarse como monje ermitaño, incluso con aquellos que, sin pensar como él precisamente, respetaban su vida y su labor.
Necesitamos, hermanos queridos, imitar a este insigne protector de Cabranes y no andar por la vida preocupándonos de qué dirán si digo o hago esto o aquello. Necesitamos liberarnos de esas cadenas pesadas y herrumbrosas que nos impiden sacar todo lo bueno que Dios ha sembrado en nuestro interior. Necesitamos crear espacios materiales y espirituales en los que poder respirar con satisfacción y sin vergüenzas.
En la Iglesia hay de todo y lo contrario de todo, sí Señor. Y ahí es donde reside nuestra fuerza, en la comunión: esa unidad intensa, personal, que crea vínculos con quienes a lo mejor nunca nos sentaríamos a cenar, pero que sabemos ama a un mismo Dios y desea –como cada uno de nosotros un mundo más justo y fraterno.
Y en un día como este, en el que nos regodeamos, no sin motivo, de ser ésta la tierra donde se hace el mejor arroz con leche del mundo, esta comunión de la que hablamos se hace más viva y patente en la comunión sacramental.
La Comunión eucarística no es para los que nos creemos los mejores, sino para los que queremos mejorar… y en ese camino, espero que estemos todos.
Quiero agradecer antes de acabar, a cuantas personas hoy nos acompañan, su presencia y simpatía. Cabranes es sin duda un pedazo de esa Asturias bendita donde fe, cultura, fiesta y libertad aún siguen caminando juntas de la mano, porque todas ellas: fe, cultura, fiesta y libertad se siguen respetando. Tierra fraterna donde aunque de vez en cuando nos liemos –pocas veces, la verdad- a fesoriazos metafísicos, sabemos pedirnos perdón y seguir caminando.
Aquí, tenéis todos, los de dentro y los de fuera, una casa que os acoge y os recibe con los brazos abiertos porque sabemos que aquí, en nuestra Iglesia de Cabranes hay de todo y lo contrario de todo.
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