lunes, 9 de mayo de 2011

Cómo acabar un día gris

Vaya día...

Había quedado para hacer dirección espiritual, y me dormí; hacía tiempo que necesitaba hablar con álguien, y resulta que al fional, ese álguien habló conmigo; luego fuí a ver a uno de los pilares más importantes en mi vida, y resulta que me ha dado una noticia inesperada y amarga... quizás ésto ha sido lo más difícil.

Cuando esperas de álguien una altura de miras, una capacidad para entender y maniobrar... cuando sabes que se puede desear porque ha dado muestras de que puede llegar; cuando al final te das cuenta de quehay cosas que no van a cambiar, entonces recuerdo unos textos que guardo y me ayudan a ver cuál es el mundo que deseo y la vida que quisiera alcanzar. Aquí os dejo con ellos por si algún día los necesitáis.

Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal.

Pero sé paciente,
no pretendiendo que todo te llegue de inmediato.

Haz tiempo para todo,
y todo lo que es tuyo vendrá a tus manos en el momento oportuno.
Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas.

Espera con paciencia a que maduren los frutos
para poder apreciar debidamente su dulzura.

No seas esclavo del pasado y los recuerdos tristes.

No revuelvas una herida que está cicatrizada.

No rememores dolores y sufrimientos antiguos. ¡Lo que pasó, pasó!

De ahora en adelante procura construir una vida nueva,
dirigida hacia lo alto y caminando hacia delante, sin mirar hacia atrás.
Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó.
Sólo contempla la meta y no veas lo difícil que es alcanzarla.

No te detengas en lo malo que has hecho;
camina en lo bueno que puedes hacer.
No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar.
No trates que otros cambien;
sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.

Vive cada día, aprovecha el pasado para bien
y deja que el futuro llegue a su tiempo.

No sufras por lo que viene, recuerda con el Evangelio
que "cada día tiene su propio afán".

Deja que el amor te toque y no te defiendas de él.
Busca a alguien con quien compartir tus luchas:

una persona que te entienda,

te apoye y te acompañe en ellas.

Aprende a mirarte con amor y respeto,
piensa en ti como en algo precioso.

Difunde por doquier la alegría que hay dentro de ti.
Que tu alegría sea contagiosa
y viva para expulsar la tristeza de todos los que te rodean.
La alegría es un rayo de luz
que debe permanecer siempre encendido,
iluminando todos nuestros actos
y sirviendo de guía a todos los que se acercan a nosotros.

Si en tu interior hay luz y dejas abiertas las ventanas de tu alma,
por medio de la alegría,
todos los que pasan por la calle en tinieblas,
serán iluminados por tu luz.

No desprecies el trabajo que te toca realizar en la vida.
El trabajo ennoblece a aquellos que lo realizan con entusiasmo y amor.
No existen trabajos humildes;
sólo se distinguen por ser bien o mal realizados.
Da valor a tu trabajo, cumpliéndolo con amor y cariño
y así te valorarás a ti mismo.

Dios nos ha creado para realizar un sueño.

"Consejas halladas en la iglesia de san Pascual..."

1 comentario:

  1. Ya lo dijo san Agustín: "Canta y camina"...
    No te preocupes, que todo se arregla... dale tiempo.

    ResponderEliminar